La meditación es la atención pura
y absoluta sin asirse a nada.
Hay tres pasos en la meditación:
DESPEJAR LA MENTE, OBSERVAR LA MENTE y DOMESTICAR LA MENTE.
Despejar la mente
Su finalidad es acallar el
torrente de pensamientos que fluye en nuestra cabeza.
La primera de ellas es la que se
explica en concentración sobre contar respiraciones. La frontera entre
concentración y meditación es muy difusa...
Otra meditación es concentrarse
de la misma manera en los latidos del corazón. Para ello, debe tomarse el
pulso. Pero con el tiempo, sentirá su corazón.
La última que propongo es
contemplar las nubes, una hoguera, el mar o lo que te guste. No tienes que
buscar sentido a lo que ves, ni buscar pautas, ni juzgar. Sólo hay que mirar,
sin más. Cuando un pensamiento aparezca en la mente, vuelve a mirar. Eso es
todo. Nada menos que eso.
Observar la mente
Aquí, el objeto de la meditación
son los propios pensamientos.
La primera meditación es contar
pensamientos. No se debe entrar en el contenido, sino simplemente contarlos.
Lleva la cuenta, nada mas. Puede ser que no aparezca ninguno, en ese caso,
disfruta del momento. La finalidad del ejercicio es que te des cuenta que los
pensamientos son cosas, nada mas.
Otra meditación es darse cuenta
de cómo se encadenan los pensamientos. Ahora hay que entrar en el contenido del
pensamiento y ver cómo un pensamiento lleva a otro y este a otro y así toda la
cadena. No hay que implicarse, sólo observar como se desarrolla el proceso.
Domesticar la mente
En esta página vamos a tratar
sólo de la relajación y de la visualización. Hay mas, pero son más complicados
y extensos de explicar.
En la relajación, partiendo del
ejercicio de relajación anterior, hay que profundizar. En cierta manera se
parece a la autohipnosis.
Imagina que frente a ti hay una
escalera. Tiene diez peldaños y empiezas a bajarlos. Con cada peldaño que
bajas, estás más y más relajado, hasta llegar al último en el que estás
totalmente relajado. Ahora ves una puerta y la abres.
Allí te encuentras en un paisaje
a tu elección. Debes imaginarlo con todos los sentidos, como el truco del
limón. Si imaginas una playa, tienes que verla, oír el mar y las olas, sentir
el olor a algas y yodo y notar la arena y la brisa marina, así como el sol en
tu piel.
Para la visualización, la técnica
mas sencilla es jugar con colores.
Aprende a crear una pantalla
mental. Será como una pantalla de cine en la que proyectes lo que quieras. Para
empezar, vamos a calibrarla: píntala de rojo, luego de verde, luego azul claro,
azul oscuro, naranja, amarillo, etc.
Haz combinaciones de dos colores.
Luego haz formas simples: triángulos, cuadrados, círculos de colores, etc.
También puedes atreverte con tres dimensiones... Tu imaginación pone el límite.